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La creciente expansión de malezas resistentes y tolerantes a herbicidas se ha transformado en uno de los principales desafíos para la agricultura argentina. La presión de selección generada por el uso intensivo y muchas veces repetitivo de los mismos principios activos, sumada a prácticas agronómicas poco diversificadas, ha dado lugar a un escenario complejo, exigiendo un cambio profundo en las estrategias de manejo y el uso cada vez más preciso de tecnologías para el control de malezas. Y una de ellas es la aplicación selectiva de fitosanitarios.